2 dic 2009

De los clásicos mexicancos de mi niñez, o de cómo la locura fue una vez cosa de risa

Siempre que vengo a México me maravillo con las similitudes que encuentro entre este país, que otrora fuera nuestro Virreinato, y el resto de Centroamérica.
Existe aquí un canal llamado Clásico, donde retransmiten los programas de los setentas y ochentas. Silvia y Enrique (Pinal y Guzmán) son una muestra de ello. El programa, producido aún en blanco y negro, muestra una faceta (al menos para mí) desconocida de los papás de la hoy famosa Alejandra Guzmán. Silvia Pinal, evidentemente unos años mayor que él, intenta ser cómica sin perder el glamour, pero pocas veces lo logra. Lo de perder el glamour, digo, porque es muy cómica. A él el glamour le “vale gorro”, y es tremendamente sarcástico y muchas veces hasta cruel en sus bromas. Pero sus buenos momentos de comicidad son para morirse de risa.
Chespirito no podía faltar. Una doña Florinda rubia y muy delgada es la representación de la moda setentera (a lo Farrah Fawcett).
Capulina, los Polivoces, Chiquilladas, La Carabina de Ambrosio, el Pirruris (tururú), El loco Valdéz y otros, son transmitidos desde un pasado de infancia.
Pero lo que más me ha impactado es el derroche de machismo de los guiones. Hombres que abordan a mujeres en la calle, y al ser rechazados se creen en el derecho de preguntarles: “¿Y tú qué te crees para rechazar a un hombre como yo?”. O en el caso de Hogar dulce hogar, en que Lucha (la bodoquito) amanece un día histérica, fuera de control, y decide ir a un psiquiatra. El médico le dice que no está loca, sino frustrada, ya que su marido (Sergio Corona) es un tipo que la desilusiona todo el tiempo con su falta de decisión. Pero cuando ella lo expresa en una comida con sus vecinos, el vecino inmediatamente reacciona acusándola de injusta. “¿Cómo es posible que permitas que un extraño diga semejante cosas de tu marido? Tú, que lo conoces de tantos años, sabes bien que es un hombre bueno, porque te quiere, te consiente y sobre todo, ¡te aguanta! La del problema eres tú. Por ambiciosa, por materialista, por mala, por cruel.” Y todo ello, aunque ustedes no me lo crean, debía ser tomado a broma por la audiencia televisiva. Hoy día dicha escena resulta francamente indignante.
Esta mañana me entrevistaron en una radio de Guadalajara, y justamente hablé de este programa de TV, como ejemplo de la falta de respeto hacia las mujeres. Por la tarde, una señora llegó al stand de F&G. Me dijo que había oído el comentario por la radio y había venido por ello a comprar el libro, lo que me halaga tremendamente. Saber que puede ponerse palabras a “el problema sin nombre”, parece que está comenzando a ser una opción para todas las Luchas que aún existen.
Mañana, Mario Vargas Llosa en la Fil. Ya les contaré qué tal.

3 comentarios:

El antropólogo inocente dijo...

Hay un anuncio de Nescafé listo, que sale un tipo que se levanta en la mañana a preparar un desayuno a su esposa que está dormida. Bueno el tipo es un burro en la cocina, quema los panes, el huevo y todo. Al final prepara un café -obvio que de la marca del Nescafe- para cualquiera es una burla a la capacidad masculina para preparar un simple desayuno, pero en el fondo nos estan diciendo que es la cocina el lugar de las mujeres.
Ahora es más disfrazado, atacando cualidades masculinas -que se ha vuelto políticamente correcto- indirectamente nos resaltan la tradición patriarcal. Aunque la verdad no creo que sea un plan tipo "teorías de la conspiración", seguro que los "creativos" ni cuanta se dan.

Unknown dijo...

Hola. Es que cabal. Es lo que no se dice lo que es fregado en este tipo de programas. Y de plano, no es conciente, pero he ahí porqué estas cosas son tan difíciles de cambiar: porque no entendemos su verdadera trascendencia ni en qué están ancladas. Saludos y gracias por pasar.

Anónimo dijo...

También hay un anuncio de sopas Malher, donde el tipo cree que la mamá le cocinó y resulta que fue la esposa. Da un colerón lo machistas que pueden ser los publicistas. YO