19 sept 2007

Anticonceptivos y balas, ¿quién mata a quién?

Pocas cosas como esta tiene uno oportunidad de leer en la vida. La columna del 14 de septiembre de año 2007 de Andrés Zepeda de elPeriódico de Guatemala se titula “Mascarillas de esperma”. El título no dice mucho, o lo dice todo. Por ambas razones estuve tentada a no leerla, pero lo habría lamentado por siempre. Comienza afirmando haberse enterado que se ha descubierto que el semen es un excelente tratamiento contra las arrugas, lo cual él mismo se dispuso a investigar científicamente. Resulta pues que, según él, la cabeza del espermatozoide es capaz de absorber agua y reconstruir los puentes de colágeno de la piel. Esto, según Zepeda, representa buenas noticias para las mujeres ya que les ahorrará mucho en botox y cirugías y les hará más divertido el tratamiento. El único inconveniente que el autor mira para la implementación de este tratamiento de belleza es la tendencia de nuestros países a asociar el placer con el pecado, y aquí es dónde comienza la polémica. En nuestras sociedades el sexo es o pretende ser una actividad con fines exclusivamente reproductivos, y las instituciones tradicionales nos quieren hacer creer que realizarlo en otras circunstancias es pecado.
Entonces, es en este orden de ideas que el autor trae a colación al “Cardenal” de Guatemala, cuyo nombre no menciona para evitar, supongo, un rayo como castigo. Quezada Toruño, único Cardenal y Obispo de Guatemala, salió en una ocasión en primera plana de un periódico guatemalteco sosteniendo una bala en una mano y una pastilla anticonceptiva en la otra y comparando estas pastillas con las balas, ya que ambas “cegaban” vidas. Confieso que a mí tales palabras me dejaron tan perpleja que aún guardo el recorte del periódico y se lo muestro a cuanta persona lo quiera ver, porque algo así sí que nunca debe ser olvidado.
Finaliza entonces el autor su columna diciendo: “Ahora que lo pienso, me gustaría saber qué opina al respecto (de las mascarillas) el Cardenal, tan dado como es a comparar peras con manzana y píldoras con balas (aquel desplante suyo estuvo como para ahogarlo, por demagogo, en una pila bautismal llena de semen de curas pedófilos). Como sea, si en algo insisten los sexólogos es en recordarnos que el mejor cosmético es una vida sexual activa y plenamente realizada.”
Y pues creo que no será necesario decir que estas últimas palabras han causado gran revuelo entre los lectores de dicho periódico, quienes han acusado a Zepeda de de todo, como por ejemplo, una señora que le dice que está equivocado, lo cual seguramente no es su culpa sino del medio en el cuál él se desenvuelve (admito que no sé en qué medio se desenvuelve el autor). Se le acusa de insultar y denigrar a la mujer y utilizar la libertad de expresión de forma retorcida y para proyectar odio, confrontación y distorsión. “Cuando leo la forma tan despectiva y cargada de odio con la que menciona al cardenal Rodolfo Quezada Toruño por los errores cometidos por algunos sacerdotes, no puedo sino gritarle cuán equivocado se encuentra. Recapacite, pues el hecho de tener una pluma y una columna no le da derecho a escupir sapos y culebras a su antojo. Antes de escribir sandeces, debe sopesar las consecuencias de sus opiniones, llenas de saber qué fantasías y complejos”.
Y es ahí donde veo yo el verdadero problema, ¿porque el simple hecho de hablar de forma grosera de una figura eclesiástica debe ser considerado una afrenta? Pienso que el autor nada dijo que se apartara de la realidad. Pero sí se atrevió a no mirar con los mismos ojos que los católicos miran a su líder. Y eso es lo imperdonable. Es imperdonable que alguien más se atreva a decirnos lo que ya sabemos y no queremos oír. Se le reprende entonces por el tono que usó, las palabras que empleó, la falta de recato, y no por el contenido de sus ideas. ¿Por qué no nos animamos a discutir de una buena vez los problemas que existen en nuestra sociedad, muchos de los cuales han sido impulsados y sostenidos por la iglesia? No digo que la fé esté mal, porque eso es algo muy íntimo, digo que la iglesia (curas, feligreses, allegados), que es social, política y religiosa, debe revisarse a sí misma y tomar más en cuenta estas críticas, por muy vulgares que le puedan parecer.

3 comentarios:

Denise Phé-Funchal dijo...

jajaja, esa mara no ha leído la Cosmo en mucho tiempo querida ;) eso del esperma como mascarilla es un clásico del tratamiento antiacné, si la vaina es puuuuuura proteína!!!! que está en el líquido seminal. Uy no la gente vos, se escandaliza por cualquier cosa... terrible y divertido, te apuesto que Zepeda se caga de la risa con todo eso.

Unknown dijo...

Eso sí que no lo sabía yo, fijate. Es decir, que el tratamiento fuera conocido. Pero el tipo sí debe estar muerto de la risa. Lo que cuesta comprender es qué defiende realmente la gente con tanta bilis. Defienden a la iglesia o sus tabúes?

Anónimo dijo...

El colmo que los curas se anden metiendo aún en la vida privada de la gente. El colmo que les digan que se van a condenar si planifican. Y el colmo que la gente pendeja las crea. YO