¿Qué tenían en común los leprosarios del siglo XIV, con los hospitales para pacientes que padecían enfermedades venéreas y los manicomios? El estigma y el rechazo social que provocaban, según Foucault.
No pretendo ser exacta en lo que a continuación diré... pero hay varias ideas que me han surgido de la lectura de su Historia de la Locura en la Época Clasica.
En primer lugar, y de mucha utilidad, comprendí porqué "el loco" representado en las cartas del tarot no significa la locura (como debería hacerlo simplemente) sino un viaje, una búsqueda, un camino hacia. Esto es, porque durante la alta Edad Media y durante el Renacimiento, surge una figura simbólica interesante: la Nef des Fous. O el Narrenschiff para los alemanes. Nave de los locos en español.
Estas naves iban cargadas de una extraña tripulación, sí, locos obviamente. Locos que emprendían un viaje simbólico en busca de algo.
Y estos barcos sí existieron realmente. Existen evidencias de ello en las ciudades de Frankfurt, Nürenberg y Kreuznach. Se les daba encargo a los marinos de transportar a los locos que aparecían en las ciudades hacia otras, con lo que se libraran del molesto visitante. Pero la idea (al menos simbólicamente) no era únicamente deshacerse de estos enajenados, sino ayudarles en su búsqueda personal.
Me llamó entonces la atención, el hecho de que la locura, si bien era vista como una enfermedad, también tenía su contraparte que ocupaba un lugar, y no carente de importancia, en el imaginario colectivo. Según Focault la locura ha sido vista como un camino. ¿Hacia dónde? Es la pregunta. Y la respuesta me erizó: hacia la razón.
"Quién no sabe cuán imperceptible es la vecindad entre la locura con las gallardas elevaciones de un espíritu libre, y los efectos de una virtud suprema y extraordinaria"- Foucault.
De ahí viene la ya tan difundida y hasta trillada idea, de que todo hombre de ciencia o de intelectualidad tiene al menos un tornillo mal puesto.
He pensado particularmente en mis amigos escritores. Y puedo asegurarles que ninguno se escaparía de este argumento.
"...no hay espíritu grande sin mezcla de locura. En este sentido, los sabios y los poetas más audaces han aprobado la locura y el salirse de quicio de vez en cuando. La locura es un momento duro pero esencial en la labor de la razón; a través de ella, y aun en sus victorias aparentes, la razón se manifiesta y triunfa. La locura sólo era, para ella, su fuerza viva y secreta".
¡Feliz viaje, mis queridos amigos!
8 comentarios:
Es bueno tenerte de compañera de barco.
¿Y los que vamos en el mismo barco tenemos alguna forma de reconocernos?
Hmmm... muy buena observación... no sé realmente. Denise, qué opinás????
Recién acabo de decírselo a Denise, me sonó tan razonable que he de repetirlo aquí: Qué sería de nosotros sin la locura? Seguramente nos volveríamos locos.
A mí con que me dejen un rincón en un lugar más o menos solito de la bodega (eso sí, con internet), suficiente. Y que Denise cocine.
Aldebarán: ¿Que cómo nos reconocemos? Pos así. No te tengo que contar. Vanessa te vio en Guatemala y se hizo la loca... Ya habían platicado un par de veces, de hecho. Locos discretos, pues. De ésos le hacen falta al mundo.
Pos sí, creo que de alguna manera u otra reconocés a los que van en el mismo barco por que son parte de la tripulación, por vibra quizá... igual reconocés a los que solamente se hacen pasar por parte de la tripulación, que desgraciadamente me parecen son la mayoría.
O peor, estaríamos cuerdos, condenados a vivir en este mundo sin ese "escape"
Pues sí, Aldebarán, vi en tu mirada (detrás de los lentes, i mean) al loco que llevás dentro y mi loco personal te reconoció. Por eso no te hablé directamente, porque había que hacerse los locos. Era una locura delatarnos mutuamente.
Y tenés razón Denise, de pronto cualquier loco se le sube a uno encima. A esos hay que expulsarlos. Por locos, pues.
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