12 jun 2006

El grito



Fue un desplazamiento viscoso, una lucha de un brazo, un camino a oscuras. No había razonamiento alguno que los guiara, pero todos, como bandadas de pericos, sabían que debían doblar aquí, voltear allá y circular el sol. Todos buscaban no rezagarse. Expulsados de la tibieza de un cuerpo en estampida, tenían tan sólo unas cuantas horas.
Se trató de un encuentro natural entre dos seres nacidos el uno para el otro. Dejaron de ser para convertirse en algo nuevo.
Lo que ocurrió después pasó desapercibido. Pero ese algo fue cobrando presencia en un cuerpo que se desconocía como hacedor de milagros, hasta que ocurrieron cambios bruscos y sin tregua.
La revolución se hizo pronto evidente. De la esfera perfecta brotaron en interminables duplicaciones. Complementos todos de un todo excepcional.
El alma pronto comenzó a obrar. A perfeccionar detalles, a formar y tallar evolución de siglos anteriores.
Flotando en el agua oscura estiraba las extremidades. Se ungía las piernas y los brazos, de donde posteriormente brotaron dedos aturdidos y torpes. La cabeza se fue irguiendo lentamente, impulsada por la fuerza de la vida.
Pronto le quedó pequeña su morada, y sus músculos otrora libres, se sintieron faltos de espacio para expandirse en toda su capacidad. Sus ojos buscaban la luz que llegaba opaca y lo nuevo empujó con todas sus fuerzas hasta romper la celda que tanto amó. El cuerpo comprendió que era tiempo de dejarlo ir.
La muerte abría paso a la vida. Era el comienzo de la muerte, y cuando lo supo, ya era tarde para dar marcha atrás y no pudo más que lanzar un grito de angustia.

1 comentario:

Denise Phé-Funchal dijo...

Hermoso, simplemente hermoso, también las frases y las fotografías que muchas veces dice más que una historia entera