Me he dedicado a leer a Alvaro Menen Desleal. Su Luz Negra es sin duda una obra impactante, sobre todo por su alto grado de simbolismo y universalidad. Tiene cuentos muy buenos en su libro “La Ilustre Familia Androide”, pero lo que más me gustaron fueron sus “Tres novelas cortas y poco ejemplares”. Hablaré concretamente de “Hacer el amor en el refugio atómico”, donde una pareja se resguarda tras lo que parece una explosión atómica a nivel mundial. No saben si todo el mundo ha sido destruido o si es sólo Europa, pero para fines prácticos a ellos les resulta lo mismo: Están incomunicados. Abrigan durante un tiempo la esperanza de que hayan más sobrevivientes, pero luego de varios meses se convencen que no les queda más que esperar la muerte.
Luego de un matrimonio que pareciera haber sido fantástico y de varios intentos fallidos por convertirse en papás, comenzaron a escuchar las noticias de una futura guerra atómica. Decidieron entonces construir un refugio, que es planificado como se decidirían los detalles de una casa de campo. Comodidades y entretenimiento al máximo. No reparan en los costos. Por fin, un día, la guerra se vuelve una realidad. Se ven obligados refugiarse en su búnker mientras toda Europa o el mundo muere a consecuencia de la radiación. Comienzan por tomarlo con calma. Se entretienen jugando, conversando, leyendo, declamando poesía y haciendo el amor, hasta que un día la mujer le dice al marido que está embarazada. “¡El hijo, el hijo que tanto habíamos deseado! Hablábamos ahora de él como de un tumor maligno, al que era preciso extirpar perentoriamente. ¡Ya no se llamaría Helmut, ni Ilse, ni Soraya! ¡Se llamaría Nada!” Y entonces, luego de aceptar que no existe futuro para el niño ni para ellos, el hombre accede a pegarle un tiro a su mujer en la nuca, luego de lo cual él hace lo mismo.
Al terminar de leerla no pude más que sentir pena por nuestros antecesores, no de varias generaciones, sino de a penas una, y en algunos casos de ninguna, que vivieron durante tantas décadas atemorizados por el monstruo de la guerra fría. Un malestar que flotaba diariamente en las noticias, los periódicos, el cine, la literatura.
Recordé cuando mi profesora de sociales nos dijo en quinto grado que existía un botón mediante el cual se podía hacer estallar el mundo (claro, exageraba, no se trataba de un estallido sino del exterminio atómico). No dormí esa noche. Y quizás no dormí varias noches siguientes. Tampoco recuerdo cuando fue que dejé de temer esa posibilidad, porque ahora que lo pienso bien, no recuerdo que nadie me haya dicho que ese botón ha dejado de existir. ¿O sí?
Luego de un matrimonio que pareciera haber sido fantástico y de varios intentos fallidos por convertirse en papás, comenzaron a escuchar las noticias de una futura guerra atómica. Decidieron entonces construir un refugio, que es planificado como se decidirían los detalles de una casa de campo. Comodidades y entretenimiento al máximo. No reparan en los costos. Por fin, un día, la guerra se vuelve una realidad. Se ven obligados refugiarse en su búnker mientras toda Europa o el mundo muere a consecuencia de la radiación. Comienzan por tomarlo con calma. Se entretienen jugando, conversando, leyendo, declamando poesía y haciendo el amor, hasta que un día la mujer le dice al marido que está embarazada. “¡El hijo, el hijo que tanto habíamos deseado! Hablábamos ahora de él como de un tumor maligno, al que era preciso extirpar perentoriamente. ¡Ya no se llamaría Helmut, ni Ilse, ni Soraya! ¡Se llamaría Nada!” Y entonces, luego de aceptar que no existe futuro para el niño ni para ellos, el hombre accede a pegarle un tiro a su mujer en la nuca, luego de lo cual él hace lo mismo.
Al terminar de leerla no pude más que sentir pena por nuestros antecesores, no de varias generaciones, sino de a penas una, y en algunos casos de ninguna, que vivieron durante tantas décadas atemorizados por el monstruo de la guerra fría. Un malestar que flotaba diariamente en las noticias, los periódicos, el cine, la literatura.
Recordé cuando mi profesora de sociales nos dijo en quinto grado que existía un botón mediante el cual se podía hacer estallar el mundo (claro, exageraba, no se trataba de un estallido sino del exterminio atómico). No dormí esa noche. Y quizás no dormí varias noches siguientes. Tampoco recuerdo cuando fue que dejé de temer esa posibilidad, porque ahora que lo pienso bien, no recuerdo que nadie me haya dicho que ese botón ha dejado de existir. ¿O sí?
6 comentarios:
Que tal Vanessa? un gusto haberte conocido el domingo, ojalá tus visitas sean más frecuentes, es chivo pasar un buen rato hablando de lo que tanto nos apasiona...
En cuanto a lo del exterminio atómico, todavía me causa idignación pensar que solo las cucarachas vayan a sobrevivir, pero creo que eso es lo menos grave de todo, en fin, uno piensa en esas locuras para no deprimirse antes de tiempo, total algún día y de algo vamos a morir, pero mientras sigamos escribiendo o tratando de hacerlo...
Saludos :D
Hola Sandra!!! Gracias por visitarme en mi blog!! Para mí fue también super rico conocerlos. Los había visto en las fotos de Rafael y de oidas, pero fue super bonito platicar (aunque haya sido un ratito) con gente de la Casa, que como vos bien decís: anda en la misma onda que uno. Super gracias por tu visita y seguro que nos estaremos viendo más seguido. Un abrazo!
Que hubo. Conque llegaste a La Casa. Lástima, la próxima será. Al menos conociste a Sandra, mi prima.
Saludos a tu familia a Renato y Denise.
según la teoría de Rafa (bromeó en un post sobre eso)Fidel tiene uno de esos botones, que le pide su huella digital para accionar el único misil que quedó de la guerra fría (a ver cuando leemos la novela que narra esa historia, alguien se lo recomendó)....y tu post me recuerda una pelicula de un papá, una mamá y un hijo que viven en un refugio atómico unos 30 años, y creo que resultó que fue un avión el que se estrelló cerca y ellos creyeron que era una bomba atómica y se metieron al refugio..ect es con Brendan Fraser y Alicia Silverstone, se llama "Blast from the past".....habrá sido basada en ese cuento??.....saludos Vanesa
Saludos Vanessa... yo esa obra la fui a ver al teatro... Y los botones a lo mejor hoy sean quizás cosas digitales. Pero hay tanta muerte en este mundo que parece que con o sin botones vamos para mal. Saludos!
Hola Ricardo. Me hablaron de ti, y precisamente por ser primo de Sandra. Bueno, será la próxima! Yo mando tus saludos.
René: pues de pronto y sí está basado en él... el cuento/novela es bueno. Provoca un no sé qué que no quisiera sentir de verdad.
Aniuxa: qué rico que pudiste ver la obra!!! Dónde la viste? Sí, es una lástima que la vida humana se desvalorice tanto.
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