La petición de perdón hecha por el presidente Mauricio Funes, a nombre del Estado de El Salvador, levantó –como era de esperarse– las ronchas respectivas.
Algunos personajes de la derecha fueron desde lo más ilógico –como preguntar por qué no pidió perdón por la guerrilla, cuando Funes no puede hacerlo, ya que ni fue comandante guerrillero ni representa a la extinta guerrilla–, hasta restar importancia a dicha petición, argumentando que los que cometieron los crímenes no fueron el Estado ni el gobierno, sino los cuerpos de seguridad y las Fuerzas Armadas.
El argumento de que la guerrilla llevó a cabo tantos crímenes como los anteriormente mencionados, es una tesis que ya no tiene validez, sobre todo después de que el informe de la Comisión de la Verdad (1992-1993) afirmara que el 95% de las denuncias por crímenes cometidos durante la guerra fueron en contra de las instituciones de gobierno y los entes de seguridad, y tan sólo el 5% de éstas fueron interpuestas por actos cometidos por la guerrilla.
Afirmar, como dijo Calderón Sol –expresidente de la derecha arenera– que la petición de perdón “es un error, porque no era el Estado el que cometía la tragedia, ni el que hizo la tragedia, el que hizo la tragedia fueron los actores, la guerrilla sangrienta que golpeó al país”, es un insulto para todos los salvadoreños que, durante más de doce años fuimos sometidos a un aparato de propaganda que no permitía ver las cosas con claridad y cuya finalidad principal era hacernos creer que muchos de los crímenes eran responsabilidad de la guerrilla. Traigo a colación como ejemplo, la muerte de los Jesuitas de la UCA.
Cristiani, sin embargo, quien nunca deja de maravillarme con sus reacciones y que a veces se muestra como hombre mesurado (otras no), afirmó que había sido acertada la actitud de Funes y que él también había pedido perdón en su momento por los abusos y crímenes cometidos por el Estado, nada más que ya nadie se acordaba. Y aquí sí que tendré que revisar la historia, porque sinceramente yo no me acuerdo tampoco.
Creo que la actitud de Funes es la que tarde o temprano debía tomar el presidente de un país que tanto ha sufrido por una guerra, en la cual el Estado puso una cuota inmensa de represión, violencia y sangre.
Funes no está actuando como un héroe, ni como un mandatario excepcional, sino como es la usanza en casos de guerra civil. Si ha causado polémica en El Salvador, es simplemente porque jamás habíamos tenido la oportunidad de ver algo semejante en nuestro país. El perdón solicitado por Funes no sólo busca reivindicar a las víctimas que ya nadie recuerda, sino que también es una promesa, a nombre del Estado, de que la historia no volverá a repetirse.
Sánchez Cerén, por su parte, también ha pedido perdón a nombre de la guerrilla. “A todo el pueblo salvadoreño afectado por nuestras acciones militares, el FMLN les pide perdón”, dijo. Y la medida también me parece atinada, porque tampoco podemos obviar que el FMLN puso, a su vez, su cuota de locura en esta guerra, causando daño a civiles que nada tenían que ver con la guerra.
Creo yo pues, que la hora de dejar de justificarnos y de descalificar ha llegado. Creo también que la posguerra va dejando atrás la incapacidad para converger en un pacto nacional en el que todos encontremos un lugar para ser y para encontrar la forma de recomenzar la historia patria. Pero una herida no puede sanar si no existe la intención verdadera de no volverla a abrir. Y aunque el perdón no implica borrón y cuenta nueva, sí conlleva el reconocimiento del dolor del otro y el deseo de que éste no se repita.
Al leer el discurso de Funes pensaba, que de verdad nunca creí que llegaría a escuchar de la boca de un presidente salvadoreño el perdón que todos necesitábamos. Unos por haber participado, otros por haber sido víctimas, y otros –los más– por haber permanecido indiferentes ante tanto sufrimiento ajeno.
4 comentarios:
Pues si Vanessa, yo hice una analogía en mi blog con una herida que se engusana por no haberse limpiado, hay que hacer cirugía, aunque duela. y, lo mismo que aquí, los guerilleros no fueron los grandes monstruos en los que se convirtió el ejército.
abrazo.
Hola Paty. Síiiiiiii, yo leí ese post tuyo, muy bueno. Y cabal es eso, si la herida no se limpia, desinfecta, y etc, lo más seguro es que la cosa vaya a peores. Yo creo que lo que Funes hizo es sano, y de verdad tengo la esperanza de que sea el inicio de la recuperación de una guerra que todavía nos tiene jodidos con las secuelas. Gracias por pasar y un abrazo.
Pues estoy totalmente de acuerdo con tu postura... es un acto de dignificación del ser humano... algo reconfortante para los que sentimos en el alma la trágedia de la guerra...
Gracias por tu comentario. Y sin embargo, a veces lo que duele, fijate, es que pareciera como si ya nadie se acordara de la guerra. Los jóvenes no tienen conciencia de ésta... y un pueblo sin memoria, sin lugar a dudas, se condena a repetir sus tragedias. Saludos y gracias por pasar.
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